Quien Somos?

Articulos de Fe

Un Solo Dios Verdadero

Creemos en el solo Dios viviente, eterno, infinito en poder, santo en naturaleza, atributos y propósitos; y que posee divinidad absoluta e indivisible.  Este solo Dios verdadero se ha revelado a SÍ mismo como Padre, por medio de su Hijo, en la redención; y como el Espíritu Santo por emanación. (I Corintios 8:6; II Corintios 5:9; Efesios 4:6;  Joel 2:28).

La Escritura hace más que intentar probar la existencia de Dios: Ella afirma, asume y declara que el conocimiento de Dios es universal. (Romanos 1:19, 21, 28, 32; y 2:15). Dios es invisible, inmaterial, sin partes, sin cuerpo y por lo tanto libre de toda limitación. Él es Espíritu (Juan 4:24), y “el espíritu ni tiene carne  ni huesos…” (Lucas 24:39).
“El Primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el  Señor nuestro Dios, el Señor uno es” (Marcos 12:29; Deuteronomio 6:4). “Un  Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros”. (Efesios 4:6).

Este solo Dios verdadero se manifestó a Sí mismo en el Antiguo Testamento de varias maneras, en el Hijo cuando caminó entre los hombres, y como Espíritu Santo después de la ascensión.

Arrepentimiento Y Conversion

El perdón de los pecados se obtiene por arrepentimiento genuino, confesión y abandono de los pecados. Somos justificados por fe en el Señor Jesucristo (Romanos 5:1). Juan el Bautista predicó el arrepentimiento, Jesús lo proclamó y los Apóstoles lo enfatizaron tanto a Judíos como a Gentiles (Hechos 2:38, 17:30).

La palabra “arrepentimiento” viene de varias palabras Griegas que significan cambios de miras y propósitos, cambio de corazón, cambio de mente,  cambio de vida, transformación, etc. Jesús dijo: “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. (Lucas 13:3, 24:47); dice: “Y que se predicase en su Nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando  desde Jerusalén”.

Bautismo En Agua

La manera escritural del bautismo es por inmersión, y es solo para aquellos que se han arrepentido, completamente, apartándose de sus pecados y amor al mundo. Debe ser administrado por un ministro debidamente autorizado (del Evangelio) en obediencia a la Palabra de Dios y en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, de acuerdo con los Hechos de los Apóstoles (Hechos 2:38, 8:16, 10:48, 19:5, obedeciendo así, Mateo 28:19).

La Santidad

Vivir piadosamente debe caracterizar la vida de todo hijo del Señor, y debemos vivir de acuerdo con el modelo y ejemplo dado en la Palabra de Dios. “Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres se manifestó, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo, sobria, justa, y piadosamente”. (Tito 2:11-12). “Porque para esto sois  llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas. El cual no hizo pecado; ni fue hallado engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no retornaba maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente”. (I Pedro 2:21-23).

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. (Hebreos 12:14). “Sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación: Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquél que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación: Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, la cual recibistéis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata; sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. (1 Pedro 1:15-19).

Desaprobamos completamente que nuestro pueblo se mezcle en cualquier actividad que no esté de acuerdo con un buen cristiano y una vida piadosa, tales como teatro, bailes, baños mixtos, corte de cabello en las mujeres, maquillajes y cualquier vestido que inmodestamente exponga el cuerpo. Amonestamos a todos nuestros creyentes que se abstengan de cualquiera de estas prácticas en interés del progreso espiritual y de la pronta venida del Señor, por su Iglesia

Sanidad Divina

El primer pacto que el Señor (Jehová) hizo con los hijos de Israel, después de haberlos sacado de Egipto, fue un pacto de sanidad. El Señor dijo: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios (Jehová – Rapha, el Señor Sana), e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envíe a los Egipcios te enviaré a ti; porque Yo soy Jehová tu Sanador”. (Éxodo 15:26).
En algunas traducciones se lee: “Porque Yo soy Jehová tu médico”, siendo él, nuestro médico o doctor, tenemos el más capacitado de todo el mundo. Nuestro Señor Jesucristo rodeó Galilea, predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad, y  toda dolencia en el pueblo”. (Mateo 4:23, 24).

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

Los sufrimientos vicarios del Señor Jesucristo pagados para la sanidad de nuestros cuerpos fueron los mismos que para la salvación de nuestras almas, porque “por su llaga fuimos nosotros curados”. (Isaías 53:5). En Mateo 8:17, se lee: “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias”. Véase también (I Pedro 2:24). Por lo anterior vemos que la sanidad divina para el cuerpo está en expiación.

​Siendo cierto esto, entonces es para todos los que creen. Jesús dijo hablando a los creyentes: “…sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”. Más tarde Santiago escribió en su epístola a todas las iglesias: ¿Está alguno entre vosotros  enfermo? Llame a los ancianos de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si estuviere en pecado, le serán perdonados. Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos. La oración del justo obrando eficazmente puede mucho” (Santiago 5:14-16).

Sacramento Comunion

La noche en que fue entregado el Señor, comió la cena pascual con sus Apóstoles. Después de lo cual instituyó el sacramento. “Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió y les dió, diciendo: Este es mi cuerpo que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí. Así mismo también tomó el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”. (Lucas 22:19, 20). Pablo instruyó a la iglesia cómo observarla. (I Corintios 11:23-34). Así fue instituido el uso de pan literal y el fruto de la vid, los cuales se toman literalmente, como emblema

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